Por Juan Carlos Méndez Ramírez
En medio de la habitual retórica gubernamental que acompaña la presentación de cada Paquete Económico, la voz de Fabrizio del Castillo Miranda, Presidente del PRI BCS, se alza con lucidez y preocupación justificada. Lejos de meras especulaciones políticas, del Castillo Miranda nos ofrece una crítica fundamentada y desoladora que desnuda las falacias y los riesgos inherentes a las propuestas para el Paquete Económico 2026. Su análisis no es solo un reproche; es una advertencia urgente sobre el rumbo que está tomando la economía nacional y sus profundas repercusiones.
El dirigente priista comienza su incisivo análisis señalando la endeble base sobre la que se asientan estas propuestas, calificándolas de «estimaciones macroeconómicas ingenuas, o cuando menos muy poco probables». Mientras el oficialismo proyecta un crecimiento económico anual optimista, entre el 1.8% y el 2.8%, la realidad delineada por las principales agencias calificadoras y bancos no supera, en el mejor de los casos, el 1.2%. Esta brecha de expectativa se replica ominosamente en la proyección de producción petrolera, que se aumenta artificialmente en 0.5 millones de barriles diarios con respecto al año actual. ¿Cómo podemos construir un futuro próspero sobre cimientos tan alejados de la realidad económica? La pregunta de Fabrizio del Castillo es retórica, pero su eco resuena con la contundencia de la verdad.
Pero la preocupación más acuciante, y quizás la más irresponsable, radica en el «grave incremento de la deuda nacional». Fabrizio del Castillo Miranda no vacila en denunciar que «se continúa endeudando al país desmedidamente». Con un déficit total proyectado de 1.58 billones de pesos, que representa el 4.1% del PIB, la deuda nacional se disparará a más de 20.25 billones de pesos. Esto significa, ni más ni menos, que la deuda del país se habrá duplicado entre 2018 y 2026. Este legado de endeudamiento desmesurado no solo hipoteca el presente, sino que compromete gravemente el futuro de generaciones enteras, sin que se vislumbre una estrategia clara para mitigar el oneroso «costo de esta deuda».
Las afectaciones no se detienen en las cifras macroeconómicas; alcanzan directamente el bolsillo y la subsistencia de los ciudadanos y las empresas. Del Castillo Miranda señala con alarma el «golpe que se da a las personas que buscan ahorrar». La propuesta eleva la tasa de retención a los intereses obtenidos del 0.50% actual al 0.90%, lo que representa un «aumento de impuesto de un 80 %». Esto es un desincentivo directo al ahorro, una medida regresiva que castiga la previsión personal. A esto se suma, y es un punto de quiebre devastador, un «golpe mortal a las PyMES». Al modificar el tratamiento de los créditos incobrables y no permitir su deducibilidad, se crea un entorno donde los bancos, comprensiblemente, «no querrán dar créditos». El resultado: los pequeños negocios, columna vertebral de nuestra economía, serán «los más afectados», asfixiados por la falta de acceso a financiación vital.
Fabrizio del Castillo Miranda no olvida el impacto regional y generacional de este paquete. En Baja California Sur, su tierra, señala una profunda preocupación por la «Infraestructura Carretera». A pesar de los 49 mil 152 millones de pesos supuestamente destinados, solo aproximadamente 27 mil 720 millones están designados, y la esperanza de que parte de esos recursos se destinen a la crucial carretera transpeninsular queda en el aire. Y lo que es aún más alarmante es el «recorte al presupuesto en educación superior». Esta medida, que «afecta a jóvenes de todo el país y al desarrollo académico de nuestras juventudes», es un atentado contra el futuro, minando la base del progreso y «afectando sus condiciones laborales» en el mañana.
En conclusión, el análisis de Fabrizio del Castillo Miranda sobre el Paquete Económico 2026 es un llamado indispensable a la conciencia nacional. Su elocuencia y la solidez de sus argumentos revelan un panorama de propuestas sin fundamentos económicos, un incremento irresponsable de la deuda, y afectaciones directas e inaceptables a los ahorros, al crédito de las PyMES y a la educación. Defender su postura no es solo apoyar a un líder político; es defender la responsabilidad fiscal, la estabilidad económica y, sobre todo, el futuro digno que merecen todos los mexicanos. Ignorar su advertencia sería, en el mejor de los casos, ingenuidad, y en el peor, complicidad con un camino que lamentablemente augura pocas buenas noticias.






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