Por Juan Carlos Méndez Ramírez
En un despliegue de su ya célebre habilidad para la «visión» política, la diputada Teresita Valentín Vázquez nos ha obsequiado con un nuevo capítulo de su incansable gira de proselitismo disfrazado de gestión legislativa. Tras su reciente incursión en las sacrosantas instalaciones de la Exportadora de Sal (ESSA), nuestra distinguida representante, con la profundidad que la caracteriza, ha «visualizado» ni más ni menos que «el inicio de un proceso firme de recuperación» de la paraestatal. ¡Qué alivio! Porque claro, para la gente común, ver la realidad tal cual es puede ser un desafío, pero para mentes tan preclaras como la suya, la recuperación se materializa con solo un parpadeo y una declaración en tribuna.
Y no contenta con la mera «recuperación económica» –un detalle menor, sin duda–, la diputada también nos ha iluminado al revelar que ESSA «transita hacia una gestión con rostro social: inclusiva, equitativa, con mujeres y personas con discapacidad plenamente integradas a su operación». Es casi poético, ¿no lo creen? Justo a tiempo para la foto y el discurso, ESSA se convierte, por arte de magia legislativa, en el epítome de la justicia social, un espejo brillante del «proyecto de nación» que, casualmente, ella representa. ¡Quién diría que una salinera podría ser tan vanguardista en temas de inclusión, justo cuando se acerca el periodo electoral! Es la cuadratura del círculo, el milagro social que solo se puede «impulsar» desde la comodidad de una declaración oficial.
Claro, para alcanzar estas revelaciones, la diputada tuvo que someterse a un riguroso «informe técnico y operativo» brindado por el mismísimo director general, Moisés Poblano. No vaya usted a creer que se trató de una investigación exhaustiva; no, para qué molestarse. Bastó con escuchar lo que se le quiso decir sobre el mantenimiento, la reingeniería comercial y la «reorganización de procesos». Y como broche de oro a su jornada de «diálogo», tuvo la deferencia de «escuchar las experiencias» de la base laboral, a quienes, con su habitual generosidad, «elogió su compromiso, resistencia y sentido de pertenencia». Suena casi como una palmadita en la espalda por no quejarse demasiado, ¿verdad? Porque, ¿quién necesita mejoras reales cuando puedes recibir el elogio de una diputada?
Entre otras maravillas que le fueron «informadas», se destaca la reactivación de relaciones comerciales internacionales, la diversificación de la cartera de clientes, la optimización logística portuaria y la audaz estrategia de «comercialización directa sin intermediarios». También se enteró de las «importantes inversiones en mantenimiento» y la reorganización interna para privilegiar la «sal industrial», la de «mayor rentabilidad». Y lo más importante, subrayó, todos estos «logros» se han conseguido «sin afectar los empleos». ¡Ah, la plantilla laboral intacta! El estandarte de la “humanidad” de la empresa pública, un logro que, al parecer, compensa cualquier otra deficiencia pasada o presente que quizás, por descuido, no fue «visualizada» ni «informada» a la distinguida visitante.
Así, entre informes a modo y elogios generalizados, la diputada Teresita Valentín Vázquez sigue construyendo su impecable imagen pública, utilizando cada tribuna, cada visita, cada paraestatal como escalón para sus ya evidentes aspiraciones políticas. Porque al final del día, lo que realmente importa no es tanto la recuperación de ESSA, sino la recuperación de su propia campaña, ¿o no? El verdadero compromiso, la verdadera «visión», siempre apunta a un solo horizonte: el propio.






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