En un acto que podría calificar como el clímax de una tragicomedia ambiental, la senadora Susana Zatarain García irrumpe en la tribuna del Senado, convertida en la Juana de Arco de la ecología mexicana. Blandiendo un discurso apocalíptico, la senadora denuncia los peligros del proyecto Saguaro Energía de México Pacific, como si de repente le hubiera caído el espíritu de Greta Thunberg en medio de una sesión ordinaria.

Con una elocuencia que haría sonrojar a cualquier dramaturgo, la senadora Zatarain describe el proyecto como una «sentencia de destrucción» para el «acuario del mundo» en el Golfo de California. Sus palabras, sazonadas con citas de National Geographic, buscan despertar la conciencia de sus compañeros legisladores ante la inminente catástrofe ecológica.

Pero, ¡alto ahí, senadora! Antes de que nos venda la idea de que es la nueva defensora de los océanos, permítanos recordarle que la memoria es un bien muy preciado, sobre todo en la política.

Mientras la senadora Zatarain se rasga las vestiduras por la biodiversidad marina y el futuro de las próximas generaciones, uno no puede evitar preguntarse si su súbito interés por el medio ambiente no estará motivado por «otros» factores. Porque, seamos honestos, en política, como en la vida, nadie da puntada sin hilo.

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